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1. Los combustibles fósiles son veneno para el medio ambiente

No es ningún secreto. Quemamos combustibles fósiles (carbón, gas y petróleo) para obtener energía. Pero al quemarlos enviamos dióxido de carbono a la atmósfera. El carbono extra en el aire atrapa demasiado calor del sol, lo que genera el cambio climático. Descubre cómo combatir esta lacra en este otro artículo sobre Desinversión en Combustibles Fósiles.

2. El gas natural y el fracking no se libran

Claro que el gas es más limpio que el carbón, pero el gas natural también produce emisiones de carbono. El fracking -donde se intenta sacar el gas de lugares de difícil acceso- es la misma historia. Tenemos que dejar estos hábitos para hacer frente al cambio climático.

3. Agotar los combustibles fósiles no es el problema

Todavía hay mucho en el suelo que no hemos empezado a perforar. Pero realmente, si queremos mantener el calentamiento global bajo control, tenemos que dejar de buscar nuevas fuentes de combustibles fósiles. Es más, tenemos que mantener bajo suelo el 80% de los combustibles fósiles que conocemos. Si los desenterramos y los quemamos, tendremos problemas muy serios.

4. Es mucho más caro no enfrentarse al cambio climático que hacerlo a tiempo

Enfrentarse al cambio climático significa desaprender la forma en que hacemos muchas cosas. Algunos de los cambios serán caros, pero no todos. Las nuevas turbinas eólicas en tierra resultan más económicos que los combustibles fósiles por ejemplo, y los costes de otras energías renovables están cayendo.

No hay nada más caro que permitir que el cambio climático se produzca. Limpiar las catástrofes naturales, hacer frente a las nuevas enfermedades, abordar la escasez de alimentos y reubicar a los emigrantes climáticos costará dinero y, por supuesto, será realmente malo. Es mucho más fácil hacer cambios positivos ahora para limitar esos impactos climáticos. Piensa que es mejor pagar ahora por arreglar el tejado antes de que la casa se nos caiga encima.

5. La energía renovable no para de crecer

La energía solar, la eólica y la hidroeléctrica son tipos de energía renovable. También se denominan fuentes de energía limpias porque no emiten grandes cantidades de dióxido de carbono al aire.

En España utilizamos cada vez más energías renovables, de hecho, en 2020 batimos récord alcanzando un 43,6% de generación de energía eléctrica a través de estas fuentes limpias. Esto supone un 11% de aumento respecto a 2019. Aunque nos queda trabajo por hacer para alcanzar el 74% propuesto para el 2030 según el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC).

6. Las energías renovables marcan la diferencia en los países en desarrollo

En las zonas rurales, y especialmente en los países en desarrollo, la colocación de unas cuantas placas solares puede conectar a la electricidad a personas que antes no la tenían. En África oriental, cientos de miles de hogares utilizan ahora luces solares en lugar del peligroso queroseno, y en Nepal, los paneles solares proporcionan energía fiable a los hospitales.